Big Data

Los usos del Big Data en la educación superior

Big Data se encuentra implementado en numerosos sistemas que emplean recursos humanos. La calidad de lectura de información masiva ha permitido encontrar patrones que antes no era posible en costumbres de compra, comportamiento y tendencias. Pero también se ha estado implementando en un área que usualmente no se esperaría: la educación superior.

Usando un método de lectura de datos masivos, el Big Data permite descubrir tendencias del alumnado y el departamento docente que no se habían podido considerar, lo que, desde su implementación en los grandes centros educativos, ha permitido la creación de métodos de enseñanza nuevos.

Uno de los principales exponentes nacidos de esta práctica es el aprendizaje adaptativo, el cual genera un estilo de enseñanza completamente personalizado gracias a la recopilación de datos como edad, costumbres, comportamientos y facilidades de los alumnos.

Esta metodología, que se logra a través de computadores y otros avances tecnológicos, permite un supuesto nivel de enseñanza a un costo más barato que promete potenciar al máximo las capacidades de los diferentes usuarios, aunque aún se encuentra en una etapa temprana de su desarrollo.

Gracias a la lectura de datos, el sistema puede crear un perfil del estudiante personalizado que potenciará las diferentes áreas de enseñanza, especialmente aquellas en las que se tenga dificultades, para así crear un curso único a través del sistema e-learning.

Según SRI Education, una entidad de investigación y desarrollo, “la implementación de adaptative learning no ha mostrado cambios en los índices de una finalización exitosa del curso, pero sí ha incidido en un alza en los resultados evaluativos de los encuestados”. Dentro del mismo estudio, la entidad concluyó que “el objetivo final de tener mejores estudiantes a un costo más bajo no se ha cumplido”, implicando que aún queda espacio para ser mejorado.

Pero, a diferencia del área del retail, la principal ventaja del uso de Big Data en centros de educación superior no está en la creación de nuevos modelos, sino en la entrega de un servicio y apoyo personalizado que pueda disminuir la deserción y se tenga un mejor registro de las garantías que usa el alumnado.

Gracias a las pistas digitales que los estudiantes dejan por todo el campus con elementos como registros de compras, peticiones de implementos, libros en bibliotecas y servicios usados, los establecimientos de educación superior pueden entender qué es lo que se está usando y cuáles son las buenas costumbres que se deben potenciar, entregando un mejor servicio orientado a lo que realmente se necesita.

De la misma manera, si la lectura de datos registra un patrón de malas costumbres se puede ejecutar un plan de apoyo y servicio a aquel que está siguiendo una tendencia hacia la deserción ofreciendo ayuda personalizada, previniendo el problema antes de que este ocurra.

Según un reporte, la Universidad de Huddersfield, quienes ya implementaron un sistema de lectura de analíticas, «han podido aumentar la retención entregando un servicio personalizado que ha permitido llegar a un índice de deserción bajo el 10%».

En un futuro, es posible que gracias a la implementación de un servicio de lectura de datos se pueda entregar un servicio de atención y ayuda completamente personalizadas a los estudiantes, la cual podrá ser orientada a las necesidades personales de cada uno.

Los riesgos del Big Data

Pese a los beneficios que pueda entregar la lectura de datos masivos a la institución, la privacidad de los estudiantes puede ser un factor de riesgo dentro de la implementación del nuevo sistema. A diferencia del área del retail, ya no se están reteniendo datos de tendencias de compra, sino que para realizar una lectura efectiva en el área de la educación se deberán registrar los registros de comportamiento de los estudiantes.

El almacenamiento de los datos de usuarios y docentes conlleva un conflicto ético y legal que implica que sólo puede ser almacenados con su consentimiento y que sean usados en términos exclusivamente académicos o por el bien de un contexto del servicio que la institución pueda entregarle, lo que podría implicar cambios en el acuerdo que todos los involucrados ya tienen y que podría generar más gastos al considerar su implementación.

Los usos del Big Data en la educación están comenzando después de sus contrapartes financieras, pero no significa que todo su potencial ya haya sido explotado. Junto con los avances tecnológicos y una mejor implementación de los servicios de la información puede que se logre un mejor plan de acción o una metodología aún no creada que permita el crecimiento o desarrollo tanto de la institución como de los estudiantes.

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