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La educación superior en Latam: la radiografía de la UNAM

América Latina es un gigante dormido. Por ahora las expectativas económicas del FMI (Fondo Monetario Internacional) continúan mostrando un bajo crecimiento para la región y solo se prevé un repunte de 1,5% para 2017.

  1. Sin embargo, sus perspectivas de desarrollo son enormes. Incluso es vista como la gran esperanza para contar en el futuro con materias primas, agua y alimentos para el mundo.

Mientras tanto ¿el gigante debiera dormir o prepararse para un futuro liderazgo? Ciertamente muchos coincidirán en que la respuesta está en trabajar duro para convertirse en una región más poderosa económicamente, estable políticamente y próspera socialmente.

En este sentido, las instituciones de educación superior tiene un rol clave como preparadoras para el liderazgo, lo cual implica una serie de desafíos que deben asumir y cumplir con éxito. Al respecto, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recientemente publicó el documento  “Los desafíos de las universidades de América Latina y el Caribe ¿Qué somos y a dónde vamos?”. Es un análisis sobre la importancia, fortalezas, situación actual y desafíos de las instituciones de educación superior pública en la región, preparado por un equipo de académicos de esa casa de estudios, encabezado por el rector Dr. José Narro Robles.

En el documento sostienen que “América Latina necesita cambiar sus paradigmas para el desarrollo; en ese sentido, no tenemos duda de que el camino es diseñar políticas económicas que se sustenten en el uso del conocimiento para la generación de valor agregado”.

Fortalezas del continente para la educación

En primer lugar, plantean que las fortalezas de la educación superior en la región se sustentan en:

Su juventud: “Los habitantes de América Latina y el Caribe representan más del 9% de la población del mundo y un PIB nominal de más del 9% del total mundial. Si a esto sumamos una media de edad menor a 28 años, definitivamente la región se encuentra en una posición ventajosa frente a países y regiones como Japón (45 años), Europa (40 años) y Estados Unidos (37 años). Adicionalmente, casi una quinta parte del total poblacional (17.8%) tiene entre 15 y 24 años de edad, lo que significa contar con 106 millones de jóvenes, un potencial enorme para cualquier región del mundo”.

Sus idiomas: “El español, con más de 500 millones de parlantes, es la segunda lengua más hablada en el mundo. Más de 90% de los hispanoparlantes viven en América Latina. Según el Instituto Cervantes, el porcentaje de población que lo habla está en aumento, mientras que el de los que hablan chino o inglés disminuye por razones demográficas. El portugués, por su parte, es hablado por casi 240 millones de personas en el mundo, de las cuales 84% habita en Brasil o Portugal”.

Sus recursos:

  • Tiene la mayor reserva de bosques y madera del mundo.
  • Cuenta con el 10% de las reservas naturales de petróleo.
  • 5% de las reservas naturales de gas a nivel global.
  • 46% de la oferta renovable anual de agua potable.
  • 25% de la tierra cultivable del planeta.
  • Concentra el 40% de la producción y reservas de cobre y plata.
  • Cuenta con el 25% de la oferta mundial de carne bovina y el 21% de carne de pollo.

Factores que impactan en las universidades de la región

El grupo de académicos de la UNAM plantea que los siguientes factores que, en mayor o menor medida, forman parte de la realidad de cada país latinoamericano son también factores comunes para las universidades de la región. Por lo tanto, en la medida que cada nación avance en la superación de estas dificultades estructurales y, por su parte, la educación universitaria superior logren mejoras significativas en asuntos cruciales de su gestión como la excelencia académica, los procesos de acreditación y de evaluación, la internacionalización educacional y el cumplimiento del perfil de egreso, entre otros.

Desigualdad estructural

“En América Latina – dice el documento – según estimaciones de la OIT, dos de cada diez jóvenes viven en situación de fragilidad social debido a que están empleados en actividades precarias, están desempleados o no estudian ni trabajan. En la actualidad uno de cada dos jóvenes se emplea en la economía informal, por lo cual su nivel de ingreso es mucho más reducido e inestable que el de los trabajadores formales. De igual forma, carecen de derechos laborales, de seguridad social y de atención a la salud, y también están condenados a una baja productividad”.

Al respecto, sostienen que “la educación es una responsabilidad irrenunciable para los Estados modernos; se cumple para casi la totalidad de la población en los niveles de primaria y secundaria, pero todavía falta para que la totalidad de jóvenes pueda acceder a la educación superior. Es por ello que el papel de las universidades es de suma importancia en los procesos de transformación de los países. Es en ellas donde se modelan las personas altamente capacitadas que las nuevas circunstancias demandan. Ahí se forman individuos no sólo preparados en la producción eficiente de haberes y saberes, sino comprometidos con el desarrollo de su país y con el de la humanidad; individuos capaces de manejar grandes cantidades de información, de tomar decisiones innovadoras y de desarrollarse en diversos contextos laborales”.

Financiamiento e inversión

En este punto, reconocen que si bien ha habido importantes avances en cuando a la ayuda financiera a los estudiantes y al apoyo a la investigación académica, aún hay una importante brecha que impide que los países latinoamericanos alcancen, o al menos se acerquen, a los niveles de acceso y desarrollo científico de las naciones más desarrolladas.

“En 2010 el porcentaje de estudiantes de educación superior en instituciones públicas era elevado, aunque con grandes diferencias entre los países: oscila entre 100 y 60 por ciento en países como Cuba (100%), Uruguay (87), Argentina (73), Venezuela (71) y México (68); y alcanza menos de 35% en países como El Salvador y Paraguay (33), Brasil (27) o Chile (20)”.

“Con respecto al financiamiento – añaden – el gasto por estudiante es significativamente menor al de los países desarrollados. Sobresalen Chile y México con un gasto anual, en 2008, de US$7.504 y US$6.829 al año, respectivamente”.

“En cuanto a la ciencia y el desarrollo tecnológico, la situación de Latinoamérica es también muy desigual. La inversión media en investigación y desarrollo, que en 1998 había sido de 0,57% del PIB regional, aumentó a 0,69% para 2009 – 2010. El promedio de Europa en el último año fue de 1,83% del PIB, casi tres veces la cifra de nuestra región, y la diferencia es aún mayor frente a países como Japón (3,33% del PIB), y Estados Unidos (2,79%)”.

“La formación de nuevos investigadores en América Latina es también reducida. En 2007, el número de doctores graduados fue de 13.715, mientras que en el mismo año España graduó 8.518 doctores. En 2010 esta cifra llegó a 15.249, crecimiento poco significativo frente a los 53.639 graduados de los Estados Unidos”.

¿Desde su perspectiva, reconoce usted estos factores como los que más inciden en el desarrollo de la educación superior en América Latina? ¿Agregaría otros a la lista? Lo invitamos a compartir su punto de vista.

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