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Las estrategias para mejorar la retención estudiantil en Argentina

“En Argentina, sólo 27 de cada 100 estudiantes que empiezan la universidad se gradúan”, sostiene un artículo de 2014 de los académicos de la Universidad Austral, María del Rosario Fernández-Hileman, Ángela Corengia y Julio Durand.

Una realidad nacional preocupante que – como hemos visto en anteriores blogs – no es exclusiva de América Latina sino que afecta también a países como Estados Unidos, Australia, Inglaterra e Irlanda.

Según el mismo artículo, “mientras que en las universidades públicas sólo terminan 23 de cada 100, en las privadas 40 de 100 logran finalizar la carrera. Si bien la matrícula universitaria creció un 18% entre el 2002 y el 2010, superando así proporcionalmente a la cantidad de matriculados en Brasil, allí se gradúan 4,3 de cada 100 habitantes, mientras que en la Argentina se gradúan 2,5 por cada 100. Esto indica que a pesar de que se ha extendido bastante el acceso a la universidad, son muy pocos los estudiantes que logran concluir sus estudios”.

“Más aún – agrega el estudio – Argentina tiene una de las menores tasas de graduación en relación con la cantidad de ingresantes a nivel mundial y no sólo regional. Prueba de ello es que en Brasil se gradúan en promedio 50 de cada 100 ingresantes, en Chile 59 y en Francia 67 (Centro de Estudios de la Educación Argentina [cea], 2012)”.

Factores de la deserción estudiantil

En el caso de Argentina, las causas de tan alta deserción estudiantil en la educación superior responden a una amplia variedad de factores, según los resultados de estudios desarrollados por académicos en los últimos 20 años.

De acuerdo con un artículo de la licenciada Jorgelina Monti, de la Universidad Nacional de La Matanza (Buenos Aires), los principales factores son la formación escolar deficiente en la enseñanza media, modelos pedagógicos escolares obsoletos, la precaria situación económica de muchos alumnos universitarios y la falta de orientación vocacional. De hecho, sobre este último punto la autora sostiene que “sobre un promedio de carreras estudiadas, sólo el 30% de los alumnos han pasado por procesos de orientación”.

Otro factor que llama la atención es la fuerte disociación que existe entre el currículo académico y el futuro laboral que espera a los egresados, lo cual genera profundas dudas a los alumnos sobre el verdadero valor de la carrera que están estudiando.

Llama la atención que la deserción estudiantil sea un problema en un país donde la oferta académica ha crecido enormemente en los últimos 20 años. De acuerdo con el estudio “Inclusión Social en la Educación Superior Argentina: Indicadores y Políticas en torno al acceso y la graduación”, de Ana García de Fanelli, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), entre 1989 y 2013 el número de instituciones universitarias en Argentina saltó de 52 a 121, como lo muestra el siguiente cuadro:

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Aún así, este significativo aumento de la oferta educacional no ha podido remediar los altos niveles de deserción. Para la doctora García y en general para todos los docentes que investigan este tema, el problema se arrastra desde la escolaridad pública, donde la deficiente preparación académica no permite crear una base de conocimientos sólida que ayude a los jóvenes a crecer y avanzar dentro de las universidades.

Un problema que también puede ser fácilmente verificado en la globalidad de los países de América Latina.

Ahora bien, si miramos el problema desde el ángulo inverso, es decir, desde los niveles de graduación, también hay datos interesantes de observar. La doctora García sostiene en su estudio que “la mayor tasa de graduación (está) en las universidades privadas (y) es posible atribuirla a varios factores. En primer lugar, en el sector privado, los datos sobre inscriptos son más precisos que en las estatales. Los alumnos que ingresan a las universidades nacionales pueden, sin costo alguno, inscribirse en más de una carrera para decidir luego cuál se adapta mejor a sus aspiraciones profesionales y académicas”.

“La ausencia – agrega la académica – de procedimientos selectivos en el acceso a las universidades nacionales y la gratuidad de los estudios favorecen el despliegue de estas estrategias por parte de los jóvenes (Ennis y Porto). Por el contrario, el ingreso a una carrera del sector privado supone el desembolso de un pago en concepto de arancel, por lo cual estas mismas estrategias en las universidades privadas tienen un costo elevado”.

Esfuerzos para mejora la retención estudiantil

A diferencia de lo que se pudiera pensar, a la luz de los resultados de diversos estudios, la responsabilidad de la deserción estudiantil no recae solo en los alumnos.

Los docentes Fernández-Hileman, Ángela Corengia y Julio Durand, de la Universidad Austral, concluyen en su estudio que “los alumnos no son los únicos responsables de su propio esfuerzo, sino que también influye lo que al respecto realizan las instituciones con el fin de involucrarlos (student engagement) con ella y sus miembros: profesores, administrativos, directivos y pares. Especial relevancia tienen las acciones y los programas que se focalizan en el aprendizaje dentro del aula, más específicamente en el contacto entre profesores y alumnos. El objetivo de lograr una mayor retención es sólo el vehículo para conseguir el objetivo primordial de la educación superior: el aprendizaje de los estudiantes y su éxito en la finalización de sus estudios”.

¿Qué han hecho y qué están haciendo las universidades argentinas para mejorar las tasas de retención estudiantil?

Según la doctora García, los principales esfuerzos se han concentrado en las tutorías y el otorgamiento de becas. En el primer caso, se trata de asistencia académica que prestan alumnos de cursos superiores a los más nuevos, como una forma de nivelarlos rápidamente en el nuevo contexto educacional al cual están llegando.

“Si bien algunos trabajos aportan evidencia cualitativa sobre el impacto positivo de las tutorías, por el momento es escasa la información sobre la eficacia de esta política en la mejora del rendimiento académico y la retención de los estudiantes,” sostiene la doctora García.

Respecto de las becas, se han creado dos tipos de ayuda: el Programa Nacional de Becas Universitarias (PNBU) y el Programa Nacional de Becas Bicentenario (PNBB). Al igual que ocurre con los programas de tutorías (…) por el momento no hay información sobre su impacto para mejorar la equidad en el acceso, la retención y la graduación. Un aspecto a señalar es que el monto de las becas no resulta suficiente para impedir que estos jóvenes de menores recursos trabajen mientras estudien”, asegura la investigadora de CONICET.

En tanto, los profesores de la Universidad Nacional de San Martín (Buenos Aires), María Fernanda Arias, Ivana Mihal, Karina Lastra y Jorge Gorostiaga, en una investigación de 2014 detallan otras iniciativas implementadas por instituciones de educación superior argentinas para mejorar la retención estudiantil.

Curso de ingreso. “Constituye la principal estrategia para favorecer el acceso y la retención, ya que los prepara para los desafíos que suponen los estudios universitarios”, sostiene el estudio de los docentes de la UNSM. Agregan que su finalidad no es selectiva sino que sirve como una introducción a la vida universitarias y sus exigencias.

Clase de apoyo. “Se desarrollan desde el ingreso y están orientadas, principalmente, a aquellos alumnos con formación secundaria considerada muy deficiente”. Están pensadas como un proceso continuo a lo largo de la carrera, pero los docentes explican que son aprovechadas por los alumnos principalmente en días previos a los exámenes.

Orientadores. En algunas universidades son docentes, en otras son estudiantes de cursos superiores. El estudio de la UNSM sostiene que principalmente consiste en dar un acompañamiento que busca un arraigo más institucional.

Docente auxiliar. “Son estudiantes del último tramo que ayudan en las aulas con las consultas personales de los alumnos”.

¿Cuáles de estás tácticas o iniciativas para mejorar la retención estudiantil son más efectivas? ¿Conoce alguna que sea exitosa en otros países y que pueda ser replicada en la Argentina? Lo invitamos a compartir su opinión.

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