aula invertida

Lo bueno y lo malo del aula invertida para la planificación académica

Muchos de nuestros lectores están interesados en tendencias de tecnologías para la educación. Uno de los métodos más interesantes y desafiantes para mejorar el desarrollo de habilidades, además de sacar partido al uso de salas, laboratorios y talleres, es el llamado “flipped classroom “o aula invertida.

¿De qué se trata? ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades en este tipo de software educacional, no solo para el profesor y el estudiante, sino para la planificación académica, el diseño curricular y la gestión del campus?

El aula invertida

Educause la define como “un modelo pedagógico en el que los elementos tradicionales de una cátedra y tareas de un curso se invierten”.

No existe una única manera de mirar este tipo de tecnologías para la educación, por cuanto el término describe “casi cualquier tipo de estructura para las clases que entregue cátedras pregrabadas”. Estas son “pequeñas clases en video que los estudiantes ven en su hogar antes de una clase, y el tiempo en la sala se centra a ejercicios, proyectos y discusiones”.

Educause señala que la clase en video es la principal herramienta del enfoque invertido. El material es creado por un instructor y publicado en línea, o seleccionado de los repositorios institucionales dentro de cursos a distancia, conocidos en inglés como Massive Open Online Courses (MOOCs).

“La opción del aula invertida se basa en conceptos como el aprendizaje activo, el compromiso estudiantil, el diseño de cursos híbridos, y el uso de podcasts en la sala de clases. El valor que tiene una clase invertida es reutilizar el tiempo en sala como taller, donde los estudiantes puedan consultar el contenido de las cátedras, evaluar sus habilidades, aplicar el conocimiento, e interactuar en actividades prácticas”.

Así, la inversión de la clase funciona por cuanto los profesores se transforman en entrenadores y orientadores, con la misión de promover la búsqueda y colaboración activa de los estudiantes.

Los beneficios del método de aula invertida en la educación superior

Este enfoque puede ser un cambio radical en la dinámica de clases, en especial en disciplinas en las que los profesores necesitan desarrollar habilidades prácticas, como medicina, ciencias aplicadas y tecnología.

Dependiendo de la universidad, los profesores prueban este método de manera individual, o la facultad se lanza con todo para implementarlo. Por ejemplo, el método es clave para la educación híbrida en formato semipresencial, donde los estudiantes revisan la mayoría de las clases, investigación y algunas herramientas de evaluación en línea.

Luego asisten al campus de la universidad para actividades prácticas y evaluaciones sumamente específicas, donde la planificación de recursos académicos puede ser un problema.

Así, una persona que estudie administración de recursos humanos mediante este método debería:

  • Hacer lecturas, ver videos informativos y debatir en foros en línea con sus compañeros.
  • Tomar tests estandarizados y entregar informes en una plataforma de aprendizaje en línea.
  • Prepararse desde el hogar para una sesión intensiva en el campus.
  • Asistir a una clase donde puede realizar juegos de simulación y otro tipo de actividades moderadas por su profesor.

Entre sus características Sara Arnold-Garza, de Towson University destaca que:

  • Se enfoca en el uso eficiente del tiempo en clases, que acomoda distintos tipos de aprendizaje.
  • Se vincula al aprendizaje basado en problemas.
  • Mejora la tasa de estudiante-profesor.
  • Permite que los estudiantes asuman la responsabilidad activa en su experiencia de aprendizaje, y que puedan transferir esas habilidades a otros contextos.

De hecho, académicos de Bergen University College evaluaron este enfoque en el área de administración. Concluyeron en el Journal of University Teaching & Learning Practice que los estudiantes se preparaban mejor para las cátedras y estaban más satisfechos con el resultado general de la clase.

Las debilidades del aula invertida

Hay detractores de esta herramienta. El argumento más común es que el uso de videos sin una planificación académica adecuada es “utilizar una práctica de enseñanza a la antigua con una herramienta distinta”.

De hecho, investigadoras del Eshelman School of Pharmacy describieron en la revista Medical Education algunas desventajas que trae el mal uso del aprendizaje a través del aula invertida en el área de las ciencias médicas:

  • La carga de trabajo acumulativa de muchos cursos invertidos consecutivos se volvía abrumadora y aplastante para los estudiantes.
  • El volumen “inmanejable” de aprendizajes previo a la clase podía llevar a que llegaran a la sala poco preparados, evitando que participaran activamente de las actividades en clases, minando el modelo pedagógico.
  • Los instructores tienden a subestimar la carga de trabajo. Por lo mismo, recomiendan estudiar los datos de uso del tiempo y la carga del estudiante.

Finalmente, las académicas encontraron ciertos patrones de “desajustes instruccionales”, por cuanto los estudiantes eran sensibles a las diferencias entre objetivos de aprendizaje de nivel superior e inferior dentro de sus actividades.

Concluyeron que, de adoptar de manera general este método en el currículum, se debe hacer “un análisis profundo de todo el tiempo y esfuerzo que requieren los estudiantes dentro y fuera de la sala de clases, para todos los cursos que estén vinculados”.

Por otro lado, aunque valoraron la flexibilidad de las actividades y estrategias de aprendizaje con los estudiantes dentro de este modelo, esta variabilidad podía tener efectos adversos en el aprendizaje, “en un contexto de cursos e instructores múltiples”.

El modelo invertido: solución para la gestión del campus, desafío en el diseño curricular

Por supuesto, los administradores académicos en universidades deben hacer verdaderos malabares con los recursos que tienen en el campus. Uno de estos es gestionar todos los recursos físicos, sacarles partido a los talleres, salas de conferencias, laboratorios y salas de computación.

Otro problema es reducir la tasa de estudiantes por docente, en especial en aquellas disciplinas donde el profesor necesita apoyar de manera más personalizada al estudiante, y desarrollar dinámicas de grupo donde todos en la sala de clases puedan participar.

Por otro lado, las casas de estudio ofrecen programas de educación continua y posgrados, donde quienes trabajan a tiempo completo se transforman en estudiantes a jornada parcial. Ellos pueden solo programar sesiones una o dos veces a la semana, o una vez al mes, lo que fuerza a los profesores y administradores para sacar partido a su tiempo con los estudiantes.

Por ende, un aula invertida no debiera ser solo la iniciativa de un profesor, sino involucrar un proceso de diseño curricular más profundo, si el proyecto académico considera que es una prioridad.

Diane B. Mark, del Appalachian State University tiene otro enfoque. Reportó su investigación en el Journal of College Teaching & Learning, donde señala que “con un diseño curricular cuidadoso, tanto los contenidos y objetivos de aprendizaje pueden enseñarse y trabajar con maestría con este método”.

Concluyó que los instructores de habilidades de nivel superior – que muchas veces se siente relegados por problemas de tiempo – valoraron el aprovechamiento de esta herramienta, por cuanto “se dedicaba más tiempo a la discusión, análisis y aplicación auténtica de los objetivos de aprendizaje de los cursos”.

Sin embargo, Educause puntualiza que puede ser “muy fácil equivocarse” con el modelo.

“Aunque la idea es muy clara, una inversión efectiva de la clase requiere de una preparación metódica. El registrar cátedras requiere esfuerzo y tiempo por parte de los profesores, y los elementos tanto dentro como fuera de la clase deben integrarse cuidadosamente para que entiendan el modelo y motivar a los estudiantes para prepararse”.

La profesora Mark agrega que “las tareas en línea necesitan entregar la misma calidad del curriculum que su contraparte más tradicional, pero deben utilizar diferentes métodos, estrategias y materiales para lograrlo”.

De hecho, Sara Arnold-Garza de la Towson University señala que el ritmo autónomo del modelo puede ser una desventaja para algunos estudiantes, y una ventaja para otros. Algunos revisan el material más rápido, y otros alumnos necesitan tomarse el tiempo de revisar la información a un ritmo más lento.

Utilizando el big data para mejorar la metodología del aula invertida

La profesora Mark puntualizó que el modelo permitía que el instructor “facilite el aprendizaje del estudiante de manera más efectiva, ya que los estudiantes venían a clases con preguntas que surgieron de la tarea online, y el profesor podía monitorear el trabajo, colaboración y debate en línea mejor que con lecciones cara a cara”.

Por ello, para diseñar de manera más efectiva estrategias de aprendizaje por aula invertida, como parte del currículum de educación superior, los profesores no solo deben trabajar en un ambiente de colaboración. También deben tomar nota y aprender del software de gestor de contenidos (CMS) para ajustar de manera precisa el contenido al tiempo que le toma a los estudiantes revisar un video, leer un estudio o preparar una prueba.

Por otro lado, deben aprovechar la información sobre el comportamiento de los estudiantes recolectada en software de análisis de big data, para generar sesiones prácticas más afines.

¿Ha usado tu institución de educación superior un aula invertida en una planificación académica? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?

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